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La cerveza artesanal vivió un boom en la Argentina

Argentina Cervezas / Vinos / Licores

Así como cada pueblo tiene su iglesia, su plaza y su estación, con o sin tren, cada barrio tuvo su propia birrería. Todo un símbolo de época.

Pero las cosas se pusieron bravas. La pandemia metió la cola, o el barbijo, y obligó a vacunar y dar de vuelta. Ahora, con la crisis económica como telón de fondo y la consecuente caída del consumo, el sector se reacomoda y busca que las pintas vuelvan a brillar.

Pero no es tiempo perdido: mientras tanto, las birras nacionales son cada vez más reconocidas en el mundo.
Innovar, cooperar en la competencia, poner en valor lo propio y compartir los conocimientos son algunas de las claves que sus protagonistas identifican. Obstáculos y oportunidades de un año desafiante, para que no baje la espuma.

Cómo es el panorama de la cerveza artesanal argentina

Precios que corren desde atrás. Con más de 1.500 PyMEs y 5.000 puestos de trabajo, el sector cervecero artesanal argentino es una referencia en Latinoamérica. Sobre esa reputación, los productores buscan construir un futuro auspicioso. Sin embargo, actualmente existen algunas complicaciones.

Desde la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA) destacan dos: el costo de las materias primas dolarizadas y la escasez de lúpulo.

“Hay muchas cuestiones que impactaron en el valor de nuestros costos y que no se trasladaron a precios. Es muy difícil hacerlo porque quedaría muy lejos del consumo de la gente. Tenemos insumos dolarizados, que hacen que el costo de la pinta al público, por más que haya aumentado, corra muy atrás de los precios”, explica Federico Villa, director ejecutivo de la CCAA.

Tras un verano “flojo”, el desgaste continuó. Según registros provinciales, las ventas cayeron entre un 15% y un 20% en el último trimestre. Tales números complican el desarrollo de un rubro que tiene en claro que, si quiere contar con chances ante los pulpos industriales, debe hacer un frente común. Y allí surge una de sus potencialidades.

“Hay una sinergia muy grande en ser cooperativos en la competencia. Algunos faltantes de productos hacen que el ingenio argentino se agudice. Muchas de estas cosas son totalmente colaborativas. Hay muy poco egoísmo”, comenta Federico.
Cerveza argenta, con fruta autóctona

En ese sentido, urge avanzar en diversos aspectos. Potenciar las exportaciones al resto del continente y fortalecer la marca nacional, por ejemplo.

“Está buenísimo pensar alternativas con cervezas de perfil propio. Que cada región del país pueda poner en valor algún agregado de fruta local. Brasil es un ejemplo de eso al potenciar estilos que resaltan sus frutas, lo que es una forma de mostrarse al mundo”, grafica Federico.

Con ese objetivo, el 9 de Julio más de 20 cervecerías y 100 cerveceros de todo el país celebrarán la “independencia cervecera argentina” con una cerveza colaborativa elaborada 100% con materias primas nacionales. Será una IPA argenta, que se lanzará a la par del sello “Cervecería Independiente Argentina”.

De Lanús para el mundo

Si de cooperación se trata, los cerveceros artesanales pueden dar cátedra. Algunos, incluso, llevaron la experiencia un paso más allá. Es el caso de Corrales Viejos y Fe, dos cervecerías que unieron fuerzas para crear una nueva firma: Bambú.

“La fusión se dio de manera natural. Se fue forjando en la pandemia. Durante el 2020, cada uno seguía trabajando por su lado. En Corrales Viejos teníamos una fábrica que nos empezaba a quedar chica. Veníamos de un rubro distinto que Fe, que son del palo metalúrgico. Pero ya habíamos hecho cervezas con Damián Romero”, describe Damián Martínez, gerente administrativo y de Ventas de Bambú.

Ambos eran de Lanús, compartían eventos y habían construido un vínculo con el municipio. Fue en una Fiesta del Lúpulo donde la alianza se concretó: “Ahí dijimos ‘¿por qué no nos juntamos?’. Estábamos cerca, ya habíamos laburado en conjunto. Lo más lógico era potenciar la fuerza de cada uno”.

Para Martínez, la sinergia es inherente al rubro en sí. Tiene que ver, según explica, con el modelo estadounidense, donde los cerveceros artesanales entendieron que debían aliarse para competir contra las grandes marcas. Los resultados en el país del norte están a la vista: pasaron de ocupar el 2% del mercado al 11% en pocos años.

Damián dice que “lo principal es ser emprendedores, pymes, que no deben competir el uno contra el otro. Es un desafío ser más fuertes como sector”. Bambú implicó una inversión inicial de u$s50.000 y espera ingresos de $40.000.000 para 2023.

Martínez considera que el paladar del cliente se sofisticó. La cerveza artesanal ya no es novedad. “Hay que llegar a esa gente que no tiene claro qué es la cerveza artesanal, qué variedades tiene. Faltó esa parte de educación al consumidor, que es clave para achicar la diferencia con una cerveza tradicional ligera. No basta con tener cerveza, hay que tener una propuesta distinta”.

Ahora nos volvimos a ilusionar

Mientras el sector local maniobra para volver a los días dorados, el proceso de argentinización del mundo que empezó en Qatar sigue su curso a toda máquina.

En mayo, la cerveza “Abrette Sesamo #1”, de Juguetes Perdidos, se coronó campeona en la categoría Experimental Beer de la World Beer Cup, que se celebró en Estados Unidos. Y no fue todo: el cervecero argentino José Bini, fundador de la firma Bierhaus, participó como juez de la Copa.

Bini admite que la convocatoria fue un reconocimiento a su trayectoria, pero también al país: “Fue por mi formación como productor y por el papel importante que tiene Argentina, pionera en Latinoamérica”. Destaca que, desde hace cuatro o cinco años, Argentina arrasa en todas las competencias del continente.

En cuanto la situación puertas adentro, también ve a la pandemia como un punto de inflexión, pero pondera un aspecto positivo:

“Hubo una curva de aprendizaje muy rápida hacia el envasado, porque si no las birras quedaban en los tanques. Eso aumentó las ocasiones de consumo de la cerveza artesanal”.

“En Europa, especialmente en Bélgica, República Checa, Reino Unido y Alemania, es más difícil esa diferenciación entre cerveceros gigantes y artesanales, porque tienen cientos de años de industria cervecera; acá somos re poquitos, todos piojos, compitiendo con gigantes”, explica.

Hay más ejemplos de recientes galardones internacionales. Hace pocas semanas, por cuarta vez reconocieron en Alemania la calidad de la cerveza argentina Lindenberg, cuya 12 Imperial IPA fue premiada con la Medalla de Oro en la competencia Frankfurt International Trophy 2023.

Eber Andriuolo, cervecero de esta empresa que elabora en el partido bonaerense de Saladillo, dijo sobre el reconocimiento: “Lo dedicamos a nuestros colegas que silenciosamente, día a día y en cualquier punto del país ponen lo mejor de sí en sus emprendimientos”.

El fenómeno gypsy

En Bierhaus, la fábrica de José, también produce otra firma: Sir Hopper. Su dueño es Hernán Castellani, un cervecero gypsy (gitano).

¿Qué significa esto? Que, al no tener su propia planta, alquila las instalaciones ociosas de otra para elaborar su birra.

“Soy gypsy un poco por obligación. Intenté de varias formas tener mi fábrica, pero no se dio. Hoy estoy súper contento con esta modalidad. Básicamente un gypsy alquila las instalaciones de otra fábrica para producir cerveza, pero toma control absoluto de los procesos”, comenta Castellani.

Para Hernán, existe una camaradería cervecera, algo que no identifica en otros rubros: “Cualquiera diría ‘¿cómo voy a dejar que la competencia produzca en mi fábrica?’. Nosotros no lo pensamos así. En mi caso, con Bierhaus vamos a mercados distintos y hacemos productos distintos”.

“Hoy, en Argentina, hay muchísima capacidad ociosa. Después del covid, no solamente cayó el consumo, sino que muchas cervecerías cerraron y ninguna de las que quedó está trabajando a máxima capacidad”, detalla.

¿Qué hay que tener en cuenta para ser gypsy? Hernán contesta: “Te tienen que gustar la cerveza y los procesos del lugar donde vas a producir. No importa que tomes control sobre tu producto porque no vas a poder cambiarles absolutamente todo”.

“Es una relación que se construye en base a la confianza y a que ambas partes demuestren respeto y conocimiento. Hay muchos acuerdos y posibilidades que van de la mano de lo que tengas para ofrecer. No todas las marcas tienen el mismo know how para aportar. Es como una sociedad sin papeles, de producción”, cierra.

Mientras le saca brillo a las copas y medallas, la birra argentina busca seguir en carrera.

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