Hay bebidas que se convierten en tradición. En Argentina, el fernet con coca ocupa ese lugar especial: infaltable en celebraciones, asados dominicales o simplemente como excusa para reunirse. Aunque su receta original nació lejos de nuestras tierras, esta combinación se ha ganado un lugar privilegiado en la cultura popular argentina.
Amado por muchos y resistido por otros, el fernet con coca no pasa desapercibido. Hoy comparte podio con la cerveza y el vino como una de las bebidas alcohólicas más consumidas del país. Pero, ¿cómo llegó este amargo italiano a transformarse en un clásico nacional?
De Milán al corazón argentino
El fernet, tal como lo conocemos, tiene sus raíces en Milán, Italia. En 1845, Bernardino Branca, un herborista autodidacta, formuló por primera vez esta bebida con fines medicinales. Se comercializaba como tónico revitalizante, utilizado incluso para aliviar cólera, fiebre y dolores menstruales. Con el tiempo, su fama traspasó fronteras.
A principios del siglo XX, el fernet llegó a la Argentina de la mano de inmigrantes italianos. En 1907, la empresa Fratelli Branca comenzó a exportarlo al país, y para 1925 ya contaba con una destilería en Buenos Aires. Su crecimiento fue tal que, en 1941, se inauguró la planta Fratelli Branca Argentina en Parque Patricios. Actualmente, su centro de producción se encuentra en Tortuguitas, desde donde salen millones de litros cada año.
La mezcla que lo cambió todo
Si bien el fernet es italiano, la mezcla con Coca-Cola es 100 % argentina, y tiene un origen bien definido: la provincia de Córdoba. Más precisamente, la ciudad de Cruz del Eje. Allí, a fines de los años 60, un personaje conocido como el “Negro” Becerra probó mezclar fernet con soda, pero al no convencerle el sabor, decidió intentarlo con Coca-Cola. El resultado fue un éxito.
La bebida fue servida por primera vez en el bar de "El Chuscha", cuyo dueño, Ramón Romero, recordaba que al principio no llevaba hielo. Sin quererlo, habían dado vida a un trago que con el tiempo se convertiría en ícono nacional.
Desde entonces, el fernet con coca trascendió fronteras provinciales y sociales. Lo beben jóvenes y mayores, en casas, bares y estadios. Se volvió parte de la identidad argentina, al punto de que, para muchos, no hay festejo completo sin un vaso de esta mezcla en la mano.